El otro día pensaba por qué la Antonia es acólito, por qué yo leo en misa, por qué hice el curso para ser servidora de la eucaristía (o ministro de comunión). Bueno, lo último porque siempre lo había querido.

Pero es porque aquí, en la misa de los niños en Santa María de Las Condes, nos acogieron los encargados de la misa, el padre Julio Dutil, en fin ... Dios nos llevó hasta ahí.

Empezamos a ir porque como parte de la catequesis de la Anto nos pidieron algún tipo de compromiso, y yo me comprometí a llevar a la Anto a misa. Después de probar ir a un par de misas para niños, nos quedamos con esta.
Vamos felices, a pesar de tener que levantarnos temprano el día domingo (la misa es a las 10 de la madrugada)... incluso al principio, como todavía hacía buen tiempo, nos íbamos caminando (40 minutos de caminata)... pero era un tiempo rico para compartir con la Antonia.

Ahora el solo hecho de ir a misa es compartir con ella, el que le guste ir, verla ahí en el presbiterio aprendiendo a ser acólito... equivocarse al tocar las campanitas, ver a la Berni que le enseña lo que tiene que hacer..... el que participemos las dos activamente en la misa, aunque no estemos juntas físicamente, es compartir.

Bueno, conclusión, siempre es bueno ir a misa, pero mejor si uno se siente en casa.