Anda circulando un mail sobre el Síndrome de Down (SD), que explica de que se trata el síndrome, de las capacidades y discapacidades de las personas con SD.

Quiero relatar mi experiencia con un niño y una familia muy especial que me cambió la percepción en cuanto a las personas con SD.

Hace 5 años en el colegio que estaba mi hija tuvimos la oportunidad de conocer a familias con niños down, y observamos que se daban dos situaciones: una que observamos muy de cerca es la de una familia muy querida en que desde el día en que nació su hijo con SD comenzaron a estimularlo, integrarlo y a hacer todo lo mejor para él, para que desarrollara al máximo sus capacidades. Para nosotros como padres y para los niños del curso fue una gran experiencia tenerlo con nosotros, porque él es extraordinario. Tiene un vocabulario excelente, una personalidad única, un histrionismo y sociabilidad salvaje... es super “pillo”. Ah! se me olvidaba mencionar que es campeón de natación!. Y todo esto es debido al apoyo y al amor de su familia, de sus papás, hermana.

Lamentablemente, hay otros casos en que para la familia la llegada de un niño con SD es un castigo o una vergüenza y lo esconden, entonces lo ponen en un colegio distinto a los otros hermanos, lo visten distinto que los demás niños, total es “enfermito”, no lo estimulan “total, para qué”, si no va a aprender (a mi amiga le dijeron que su hijo no iba a aprender a hablar... en pre-kinder y kinder aprendió inglés).

Según aparece en el mail enviado sobre el SD “Lo que sí está perfectamente claro a estas alturas es que una adecuada atención afectiva, educativa y social, aplicada desde los primeros momentos sobre estos niños, van a influir decisivamente en el desarrollo de sus potencialidades, generalmente subestimadas por nuestro entorno social. Vivimos en un momento de cambios, de mejoras, en lo que respecta a la sensibilización ante el SD desde muchas perspectivas, entre ellas la médico-científica, lo cual se está traduciendo en que estas personas disfruten, cada vez más, de una buena salud y una vida más larga y feliz.”.

Gracias a Dios para él, el hijo de mi amiga llegó a la familia que tenía que llegar. Ojalá las otras familias vieran que los niños con SD son ángeles que siempre van a estar con ellos y que, como cualquier niño, con mucho amor, bien estimulados, y con los límites correctos, van a crecer desarrollando sus potencialidades.